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La historia real de un agricultor de Almería

Cada vez que abres una de nuestras cajas, estás abriendo también una historia. A veces es redonda como una sandía, otras más torcida que un pepino, pero siempre hay alguien detrás: manos que siembran, riegan, recogen. Gente que madruga más que el sol y que, aunque no siempre se vea, está sosteniendo el sistema alimentario desde la raíz.

Hoy queremos contarte una de esas historias. No porque sea la más espectacular —aunque tiene su punto—, sino porque representa a muchísimos agricultores españoles que viven lo mismo cada día sin que nadie les escuche.

Cuando eliges TALKUAL, también eliges ponerle cara a quienes cultivan lo que comes, a quienes luchan por dar valor a lo que producen, que no quiere tirar ni regalar lo que crían con esfuerzo, y que merece que su trabajo se reconozca más allá del aspecto de una fruta o verdura.

Hoy queremos que conozcas a Juan Miguel, o como lo puedes encontrar en redes, @agrosuareez. Tiene 30 años, pero lleva toda la vida entre invernaderos en Adra, Almería, uno de los principales polos de agricultura en España. Lo suyo no es una moda ni una apuesta de última hora: es herencia, pasión y mucha, mucha tierra bajo las uñas. Desde que cogió su primera finca a los 18, cultiva todo tipo de hortalizas: berenjena, tomate, calabacín, pepino, melón, sandía... Aunque su favorito es el pimiento.🫑

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Aunque no trabajamos con él y su producto de manera directa, compartimos algo más profundo: una forma de entender el campo, el producto nacional y el valor de lo que muchas veces se queda fuera sin motivo. Su historia nos representa, y por eso queremos que tú también la conozcas.

Así que hemos unido fuerzas para visibilizar lo que otros prefieren esconder: que sí, se rechaza producto por no tener el tamaño “correcto”, que sí, hay otra salida posible, y que sí, los agricultores locales también tienen voz, aunque el mercado se empeñe en ignorarla.

El otro lado de la agricultura

Juan Miguel no tiene una gran empresa detrás ni un gabinete de marketing. Tiene manos curtidas, herramientas siempre a mano (dice que siempre lleva una azada y una tenaza en el coche, "por si acaso"), y una historia como la de muchos pequeños agricultores locales: luchar contra un mercado que no siempre valora el esfuerzo que hay detrás del producto local de temporada.

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“En Almería suelen comprar todo el género, pero lo pagan mucho menos si tiene algún defecto… Y a veces, directamente, nos hemos visto en la tesitura de tener que tirar o casi que regalar fruta con diferencias fisicas" - asegura Juan Miguel.

Muchos creen que esto ya no pasa, pero Juanmi, o cualquiera que haya tenido que ver cómo su esfuerzo de meses se paga a precio de risao peor aún, se desperdicia— solo por no cumplir con las exigencias estéticas de un mercado cada vez más desconectado del campo, no opinan lo mismo.

Imperfecto no significa mal estado

Aunque realmente las exigencias estéticas de las frutas y verduras residen en nosotros mismos, nadie se ha parado nunca a explicarnos la diferencia entre una fruta o verdura en mal estado y una imperfecta.

Es por eso que buscamos lo conocido: queremos alimentos con colores bonitos, que brillen, que estén rectos, sin cicatrices, de un tamaño “estándar”, y las grandes superficies solo buscan satisfacer nuestra demanda. Siempre lo hemos querido todo perfecto, hemos pensado que eso era el bien y todo lo que saliera de ahí era malo. 

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Cuando Juanmi conoció a Marc y Oriol —los fundadores de TALKUAL— conectaron enseguida. Había buena energía, coincidencias en ferias, conversaciones pendientes. Pero recientemente colaboramos directamente —y como él mismo dice, “las ganas estaban en ambas partes”.

“Gracias a vuestra labor, el consumidor está entendiendo que aunque cambie la forma, el sabor sigue siendo el mismo. Y que el producto nacional es la hostia.”

Cultivar, resistir, hablar claro

Juanmi lo tiene clarísimo:

  • La agricultura almeriense no es como la pintan. Hay controles, análisis constantes, y se usa control biológico antes que químicos.

  • La seguridad alimentaria está más presente que nunca.

  • Y si alguien duda, que se vaya una mañana con él al campo. Sin filtros. Que lo vea con sus propios ojos.

De su tierra a tu caja (y de su historia, a tu mesa)

Nos hace mucha ilusión poder acercarte su historia, y a la de otros tantos con los que trabajamos codo con codo.

Nuestros agricultores locales son el pilar de la Tribu TALKUAL. Sin ellos no habría cajas, ni historias, ni tomates feos que saben a gloria. Son quienes resisten entre la incertidumbre, las condiciones injustas y la invisibilidad del campo. 

Gente como Juanmi, que lucha cada día por dar valor a lo que produce, que no quiere tirar ni regalar lo que cría con esfuerzo, y que merece que su trabajo se reconozca más allá del aspecto de una fruta o verdura.

¿Y tú? ¿Qué ves cuando abres una de nuestras cajas? Esperamos que un poquito del corazón de gente como Juanmi. Porque detrás de cada verdura imperfecta hay una historia real. Y muchas veces, un pimiento que ha sobrevivido a más cosas que tú un lunes por la mañana. 😉

 

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